Hasta los 90’, el arquero Salomón Libman, en su partido debut en la Copa América, sorteó a la adversidad con cierta capacidad y un tanto de buena suerte, hasta que las garras siniestras lo abrazaron y le ocasionaron tal desconcentración que nos costó la vida.
“Yuyo”, quien nunca se intimidó por los proyectiles y aquella luz verde que la barra chilena proyectaba sobre su cara, vio venir la pelota venenosa en el ocaso del intenso duelo y cuando fue a impedir su peligro, no calculó bien y la dejó pasar.
El resto es una historia bastante triste y repetida.
“Yuyo”, quien nunca se intimidó por los proyectiles y aquella luz verde que la barra chilena proyectaba sobre su cara, vio venir la pelota venenosa en el ocaso del intenso duelo y cuando fue a impedir su peligro, no calculó bien y la dejó pasar.
El resto es una historia bastante triste y repetida.
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