La tragedia de Alianza Lima en 1987 marcó la partida de varios jugadores consagrados como “Caíco” Gonzales, Tomás Farfán, Johnny Watson y el golero José Mendoza. El resto provenía de las canteras que alimentaba el “Cholo” Rafael Castillo.
La lista la encabezaba Luis Escobar, de 19 años, quien apareció en el fútbol como un fenómeno cuando tenía apenas 14 abriles. Gino Peña, era un defensa lateral con 23 años y con ambiciones de llegar a la selección.
A su lado estaba Daniel Reyes, un moreno alto, fuerte, de apenas 21 años, con herencia deportiva de su padre, el velocista Máximo Reyes. César Sussoni, con apenas 23 años, sí saboreó el éxito en una preselección. Era luchador y constante.
Wily León, recién asomaba, y también con 23 años, pero con mucha fibra y ansias de triunfo, era un defensa central que deslumbraba cualidades. José Casanova con la misma edad, era un consagrado. Con un toque especial de calidad y técnica. Cuando cambió su manera de jugar, el maestro Didí le dio un consejo: “Usted no es jugador de fuerza. Usted es un volante de estilo. Use su talento”. Y Casanova volvió a ser el elemento con hechura de crack.
Carlos “Pacho” Bustamante, con sus 22 años, era un señor del mediocampo, era el sucesor de Velásquez. Fuera de la cancha era respetuoso, educado y risueño. Y el “blanquito” Alfredo Tomasini, a quien Marcos Calderón llevó a Alianza. Tenía 22 años, pero era encarador, fuerte, machazo. Un ganador. Aldo Chamochumbi tenía apenas 19 años y una cara de triunfador nato. En esa misma ruta estaba Milton Cavero, delantero hábil. Ignacio Garretón tenía dotes especiales para el fútbol.
Cuando Didí lo vio jugar por primera vez exclamó: “No se preocupen, ese chico es el futuro Perico León”. Con sus 19 años lo tenía todo. Lo mismo ocurría con Braulio Tejada, un proyecto de delantero, hábil. Tenía apenas 18 años.
La lista la encabezaba Luis Escobar, de 19 años, quien apareció en el fútbol como un fenómeno cuando tenía apenas 14 abriles. Gino Peña, era un defensa lateral con 23 años y con ambiciones de llegar a la selección.
A su lado estaba Daniel Reyes, un moreno alto, fuerte, de apenas 21 años, con herencia deportiva de su padre, el velocista Máximo Reyes. César Sussoni, con apenas 23 años, sí saboreó el éxito en una preselección. Era luchador y constante.
Wily León, recién asomaba, y también con 23 años, pero con mucha fibra y ansias de triunfo, era un defensa central que deslumbraba cualidades. José Casanova con la misma edad, era un consagrado. Con un toque especial de calidad y técnica. Cuando cambió su manera de jugar, el maestro Didí le dio un consejo: “Usted no es jugador de fuerza. Usted es un volante de estilo. Use su talento”. Y Casanova volvió a ser el elemento con hechura de crack.
Carlos “Pacho” Bustamante, con sus 22 años, era un señor del mediocampo, era el sucesor de Velásquez. Fuera de la cancha era respetuoso, educado y risueño. Y el “blanquito” Alfredo Tomasini, a quien Marcos Calderón llevó a Alianza. Tenía 22 años, pero era encarador, fuerte, machazo. Un ganador. Aldo Chamochumbi tenía apenas 19 años y una cara de triunfador nato. En esa misma ruta estaba Milton Cavero, delantero hábil. Ignacio Garretón tenía dotes especiales para el fútbol.
Cuando Didí lo vio jugar por primera vez exclamó: “No se preocupen, ese chico es el futuro Perico León”. Con sus 19 años lo tenía todo. Lo mismo ocurría con Braulio Tejada, un proyecto de delantero, hábil. Tenía apenas 18 años.
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